domingo, 31 de mayo de 2015

Mueves las piernas compulsivamente, lee esto

Puede que tú mismo seas una de esas persona que, estando sentado, eres incapaz de dejar de mover una o las dos piernas a la vez. Si estás en un banco aquel que esté a tu lado se estará moviendo contigo, si estas sobre una mesa haciendo un examen, el traqueteo de la silla seguro que llama la atención de los demás… Sin embargo, ¡lo haces sin darte cuenta!
¿Te has preguntado alguna vez a qué se debe? No te preocupes, te lo explicamos a continuación.

Las piernas inquietas que no dejan de moverse

Dar golpes en la mesa, tamborilear los dedos, mordernos las uñas, mover las piernas… En efecto, la mayoría de las veces no es más que un síntoma de un estrés subyacente, no obstante, hay muchas más dimensiones que merece la pena tenerse en cuenta. Esta realidad es algo tan común en nuestro día a día, que si no lo sufres tú en primera persona seguro que alguien muy cercano a ti que te “martiriza” con esa manía de la que él o ella, ni siquiera será consciente.


Veamos ahora sus causas más habituales:
  • Un rasgo de personalidad. Hay personas que desarrollan un tipo de manías, de tics que poco a poco se instalan en  su vida cotidiana sin que ni siquiera se den cuenta: mordisquear los lápices, mover las manos, las piernas, comerse las uñas… Hay quien no puede parar de moverse ni estando sentado. Este rasgo es muy común, de hecho, incluso suele heredarse.
  • Mover las piernas también es una reacción habitual en largos periodos de inactividad o quietud. Por ejemplo, cuando estamos mucho tiempo viendo la televisión, o estudiando… El mover las piernas nos reactiva y resulta hasta catártico cuando almacenamos cierta tensión en caso de que estemos preparando un examen. Es decir, en situaciones de inmovilidad, de larga quietud o cuando estamos un poco nerviosos interiormente, el agitar la extremidades o incluso hacer movimientos repetitivos con las manos o piernas, puede llegar a relajarnos.
  • El síndrome de las piernas inquietas. En este caso ya estaríamos ante un problema un poco más serio que deberíamos tener en cuenta. Hay personas que no solo mueven las piernas mientras están sentados, sino que también lo hacen cuando duermen. Es un trastorno de origen neurológico, en el que normalmente, sentimos cierto hormigueo, ciertos calambres que al agitar nerviosamente las piernas dejamos de percibir. De ese modo, y poco a poco, se convierte en un hábito del que ni nos damos cuenta. Ocurre al estar en reposo, ya sea en la silla, en un sofá o en la cama, y se suele centrar en ambas piernas.  Es algo que sufre un 10% de la población, tanto hombres como mujeres. ¿Es grave? Es molesto, y el principal problema reside en que afecta directamente a la calidad de nuestro sueño. Ten en cuenta que las personas aquejadas con el síndrome de las piernas inquietas, sienten esos calambres y hormigueos de un modo muy intenso a última hora del día y mientras están acostados, con lo cual, se ven obligados a moverse casi todo el tiempo para encontrar alivio. Si no lo hacen, la molestia se convierte en ardor e incluso en dolor, y obviamente, poco a poco va quitando calidad de vida.
  • ¿Qué podemos hacer? ¿Qué pasa si el mover las piernas es algo constante en nuestra vida? Si lo que sufres es el Síndrome de las piernas inquietas, deberás someterte a tratamiento médico, ya que este síndrome es algo crónico. Al tratamiento farmacológico, hay que sumarle cosas tan básicas como gestionar mejor el estrés, cuidar tu alimentación, tus ciclos de sueño y hacer algo de ejercicio al día.
Si eres de los que mueve las piernas por costumbre, por desahogar tu estrés o tus nervios, si esto se convierte un problema para ti o para tus amigos, busca otros medios para dejar escapar ese nerviosismo. Es cuestión de tomar conciencia y cambiar el “chip”.

Y tu, ¿presentas este caso? comenta y twitteame a @jevargas01.

viernes, 8 de mayo de 2015

El peor dolor del mundo

Existe una enfermedad llamada neuralgia del trigémino, esta tiene un síntoma característico y único, que sin duda quien la experimento habrá pasado por el peor momento de su vida.



Las personas con neuralgia del trigémino, uno de los 12 pares de nervios que recorren la cabeza, definen sus síntomas como 'El peor dolor del mundo'. El llamado 'tic doloroso' es un dolor facial extremadamente intenso, una suerte de espasmo que se da en el pómulo o en la mandíbula. 


El síntoma mas perverso, un corrientazo en un lado de la cara. Puede que dure unos segundos, o se prolongue varios interminables minutos. Este es el síntoma más característico de las neuralgias del trigémino, tal y como las describen sus pacientes, habitualmente mujeres y mayores de 50 años.

Aunque las crisis son breves, suelen reaparecer durante varios días, semanas e incluso meses. Como media, estos ataques duran 49 días. Aunque el paciente puede estar mucho tiempo sin sufrir un nuevo ataque, lo habitual es que reaparezcan. De acuerdo con un estudio realizado sobre la evolución de la enfermedad, la mayoría de los pacientes tendrá más de un ataque a lo largo de su vida: el 19% presentará dos, el 24% tres y en 28% cuatro o más.
Los ataques pueden ser espontáneos o desencadenarse tras tocar diferentes zonas de la cara (puntos gatillo), por ejemplo con actividades tan simples como cepillarse los dientes, afeitarse o aplicar maquillaje. A veces el dolor es tan intenso que impide comer o beber.

La neuralgia del trigémino causa un dolor grave que no responde a los analgésicos clásicos. Aunque se han hecho muy pocos estudios sobre el tratamiento de esta neuralgia, existen algunas claves sobre cómo aliviar estos ataques, a través de fármacos como antiepilepticos y si no resulta esto, se debe recurrir una intervención quirúrgicas delicadas.

viernes, 1 de mayo de 2015

El poder de la mente como remedio de toda enfermedad

Este es una revolucionaria teoría propuesta por este biólogo celular norteamericano, que unió en sus estudios ciencia y espíritu, y plantea con fuerza su visión sobre la energía vital del ser humano.

Bruce Lipton, un biólogo celular estadounidense de 70 años, causó en el año 2006 un pequeño remezón en el mundo científico tras lanzar su libro “La biología de la creencia”, que sería declarado uno de los mejores libros científicos de ese año y que tenía la particularidad de que su línea de investigación era una suerte de unión entre ciencia y espíritu. A grandes rasgos, Lipton planteaba lo siguiente: lo que condiciona a todo organismo vivo es su “entorno” físico y energético, y no su carga genética, como afirma la síntesis evolutiva moderna. Además, la «cooperación» era la base de la evolución para la supervivencia, y no un acto competitivo entre los organismos más fuertes; y, finalmente, los seres humanos, como organismos vivos, no estaban determinados por sus genes, sino condicionados por el entorno y sobre todo por sus «creencias», lo que los convertía en dueños absolutos de su destino.

El doctor Lipton explicó en su libro que “nos han hecho creer que el cuerpo es una máquina bioquímica controlada por genes sobre los que no podemos ejercer ninguna autoridad. Eso implica que somos víctimas de una situación. No elegimos estos genes, los recibimos al nacer y ellos programan lo que sucederá. Yo ya trabajaba con las células en los años 60 y fui un pionero porque en esa época había muy poca gente trabajando en ello. Y un experimento que hice en esa época cambió la idea que tenía del mundo. Cogí tres grupos de células y las puse en tres placas, y cambié el medio de crecimiento y los componentes del medio ambiente en cada una de ellas. Luego verifiqué que en una de las placas se formó hueso, en otra músculo y, en otra, células liposas. ¿Qué fue lo que controló el destino de cada una de ellas si eran genéticamente idénticas? Eso demuestra que los genes no lo controlan todo, es el ambiente. El ser humano es el que controla, dependiendo de cómo lee el ambiente, de cómo su mente lo percibe. La conclusión es que no estamos limitados por nuestros genes, sino por nuestra percepción y nuestras creencias”.


El científico agregó que “cuando tú crees que los genes controlan tu vida tienes una excusa para considerarte una víctima. Hay enfermedades que sí, en efecto, son causadas por un gen, pero estas enfermedades equivalen a menos del 2% de los malestares que sufre la población mundial. La mayoría de la gente viene a este mundo con genes que deberían permitirles vivir una vida feliz y saludable. Las dolencias más comunes actualmente, como la diabetes, los problemas del corazón y el cáncer, son el resultado de la interacción entre múltiples genes y sobre todo de los factores medio ambientales y no son el resultado de un único gen como se ha venido sosteniendo. Por eso se cree que la mayoría de las enfermedades tienen una causa genética o hereditaria y que por tanto no podemos hacer nada para defendernos de ellas o para curarnos. Las personas viven en un constante miedo esperando el día en que sus genes actúen contra ellos y se enfermen mortalmente. El cáncer es un buen ejemplo de esto”.

Uno de los planteamientos del biólogo molecular que más llamaron la atención en la comunidad científica fue que las células de nuestro cuerpo tenían una especie de memoria. “Las células aprenden a través de la experiencia, de su contacto con el medio que las rodea, y luego guardan una memoria que les permite adaptarse mejor y anticiparse a los cambios. Es decir, las células son inteligentes. ¡Esta memoria incluso se mantiene intacta en las células de los órganos que se han donado!”.

La farsa de los medicamentos

El científico dedicó parte de su libro a abogar por un nuevo tipo de medicina, una que tenga en cuenta el poder de la energía y su capacidad para curar. “Nos dan medicamentos para la enfermedad, pero la mayoría de las veces causan más problemas que beneficios. La medicina basada en la farmacología no entiende cómo está interrelacionada toda la bioquímica del organismo. Cuando tomo una pastilla química y la introduzco en mi cuerpo, no solo afecta a aquel lugar donde tengo el problema, sino que afecta a muchas otras cosas a la vez. Son los llamados “efectos secundarios”. Pero, en realidad, estos efectos no son secundarios, sino directos. Según recientes estadísticas en EE.UU., ¡los fármacos matan allí a más de 300.000 personas cada año! Hay algo que no funciona en la ciencia médica. Hace algunas cosas bien, como la traumatología, pero está matando a mucha más gente de la que ayuda”.

Bruce Lipton agrega que “si miras dentro del átomo, hay electrones, protones, neutrones. ¿Y qué hay dentro? Energía. La ciencia más reciente indica que el cuerpo responde a la física cuántica, no a la newtoniania. La mente es energía. Cuando piensas transmites energía, y los pensamientos son más poderosos que la química. Esto, por supuesto, es muy inconveniente para las empresas farmacéuticas mundiales, porque si se aceptara este postulado no podrían vender sus productos. Las propias creencias se convierten en un campo energético, una transmisión, y esta se transforma en una señal que es capaz de cambiar el organismo. Por lo demás, así es como funcionaba la sanación antes del desarrollo de la medicina. La gente sanaba con los chamanes, con las manos… pero eso no puede vender y por eso la medicina y las empresas farmacéuticas no quieren ir por ese camino. Saben que el pensamiento positivo, el placebo, puede sanar, y también que el pensamiento negativo puede matar. Si el médico te dice que tienes cáncer, aunque no tengas cáncer, si lo crees, crearás la química que generará cáncer”.

El poder de la mente humana para la autocuración

El Dr. Lipton advirtió en un capítulo de su obra, eso sí, que vivir en un entorno sano no significaba necesariamente que podíamos curarnos de algunas enfermedades en forma automática. “No es tan fácil, porque la mente interpreta. Puede suceder que estemos en un entorno muy sano y que la mente lo lea como un entorno negativo o perjudicial. Entonces crea una química que hará a mi cuerpo enfermar. Y esto nos sirve para entender cómo funciona un placebo. Si cambio mi creencia y pienso que esto me va a sanar, si tomo una píldora porque creo que me va a traer salud, ésta supuestamente me mejora y me sana, pero la píldora podría ser de azúcar. Y la píldora en realidad no ha hecho nada, han sido mis creencias. Y a eso lo llamamos pensamientos positivos y efecto placebo”.

El biólogo molecular detalla que la mente humana actúa de manera muy particular, pues “si cierro los ojos, los abro y veo a alguien a quien amo, entonces mi cerebro segrega dopamina, oxitocina, etc. Lo puedo sentir en mi cuerpo, puedo sentir el amor, y esa química trae salud a las células. Por eso, quien se enamora se siente tan bien. Pero si abro los ojos y veo algo que me asusta, segrego hormonas del estrés, que frenan el crecimiento del cuerpo y apaga el sistema inmunitario. Por eso cuando estás bajo mucho estrés, te enfermas. Y debo decir que, si tomamos una muestra de sangre de cada persona, descubrimos que todos tenemos células cancerígenas. Las tenemos siempre, pero si está funcionando el sistema inmunitario, no pueden crecer, y, una vez que se apaga el sistema inmunitario, proliferan”.

El poder del subconsciente humano

Bruce Lipton afirma también en su libro que, en la mente, quien realmente tiene el poder es el subconsciente, y que la personalidad y la salud de los individuos se conforma como un «aprendizaje» en el vientre materno y en la niñez hasta aproximadamente los seis años. “El subconsciente es millones de veces más poderoso y más importante que la mente consciente. Utilizamos el subconsciente el 95 por ciento del tiempo, pero no lo podemos controlar. Lo puedes reprogramar. La información del subconsciente se recibe en los primeros seis años de vida. Eso que aprendiste en esos años se convierte en el conocimiento fundamental de tu vida. Por tanto, hay muchos estudios que demuestran que las enfermedades que tenemos de adultos, como el cáncer, tienen que ver con la programación y el entorno que vivimos en los primeros seis años de vida. Es decir, los niños absorben también sus enfermedades o sus actitudes negativas, y así se “programa” su subconsciente. ¡Qué gran responsabilidad para los padres! Está demostrado que si un niño adoptado vive en su familia casos de cáncer, en su madurez puede padecer cáncer, aunque su genética sea diferente. Si te enseñaron a maltratar tu cuerpo con mala información, destruirás el vehículo de tu cuerpo, cuyo conductor es la mente. El futuro es una mejor educación para los niños, incluso en la etapa prenatal.”

Energía vital que se transfiere

El doctor Bruce Lipton, al contrario que otros colegas de su especialidad, también sostiene que la energía vital de un ser humano no necesariamente muere con la muerte física, dando pie a fenómenos como la reencarnación. “Para explicar esto de forma gráfica, diría que el cuerpo es como un televisor: mis antenas captan y reproducen un programa televisivo de Bruce. Esos receptores recogen esa transmisión. Si estoy viendo la tele y se estropea el tubo de la imagen, ha muerto el televisor, pero sigue la transmisión. Pero si otro ser tiene los mismos receptores que tienes tú, volverás a estar trasmitiendo lo mismo, pero en otro cuerpo. Esto explica la reencarnación y quiere decir que el cuerpo puede ir y venir, pero la transmisión siempre está ahí. Nunca había creído en el espíritu, pero cuando comprobé esto en la célula me cambió la vida entera. La pregunta que me planteé es: ¿por qué esa duplicidad? ¿Por qué tenemos un espíritu y un cuerpo? Y la respuesta vino de mis células: si sólo existiera el espíritu, ¿Cómo sé a qué sabe el chocolate? Y sí sólo tengo una parte física y no una parte espiritual, ¿Cómo puedo experimentar y emocionarme con una puesta de sol? ¿Y cómo voy a sentir cuando estoy enamorado? La lección más importante de todo esto es que estar vivo es un regalo, y que hay que experimentar alegría por todo lo que podemos sentir. Cuando hagamos eso, todo el mundo estará más sano”.

Sin duda mas que una simple teoría, es un hecho.